De mantenerse el ritmo actual de producción y no reponerse las reservas, dentro de cuatro o cinco años Bolivia pasará a ser un país importador de gas natural, según advierte un analista. Ante este posible escenario, uno de los sectores más afectados será la industria cementera, cuya tabla de salvación podría ser la de migrar a los combustibles alternativos.
Bolivia cuenta actualmente con una capacidad instalada de más de 10 millones de toneladas de cemento anuales; sin embargo, debido al nivel de la demanda en la última década solo ha sido necesario producir hasta 4 millones de toneladas, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Eso significa que en el país hay una sobrecapacidad de clínker y, por ende, de cemento, lo que genera dificultades en las empresas al momento de comerciar su producto a un precio que pueda cubrir no solo costos de producción, sino también futuras inversiones.
Dada esta situación, varias fábricas deben apagar sus hornos por días, semanas e incluso meses y adecuar su producción al comportamiento del mercado.
CAPACIDAD POR PLANTA
La industria del cemento tiene una capacidad instalada de 5,9 millones de toneladas de clínker (materia prima) por año, pero, según un informe del IBCE con datos del INE, en la última década solo alcanzó una producción de entre 2,1 millones y 3,3 millones de toneladas. Este volumen anual de 5,9 millones se obtiene de la capacidad diaria de las empresas multiplicada por 330 días de operación. Por ejemplo, Fancesa tiene una capacidad instalada de 4.900 toneladas de clínker por día; Coboce, de 1.600; Viacha, de 2.900; Ecebol de Oruro, de 3.000; Ecebol Potosí, de 3.000; Itacamba, de 2.000, y El Puente, de 500.
Antes, cuando había déficit de producción, el precio del cemento subía y ahora que hay sobreoferta está demasiado bajo, al extremo de que las empresas vienen registrando pérdidas.
En otros tiempos, la bolsa de 50 kilogramos de cemento se vendía en alrededor de Bs 55, pero en la actualidad su precio promedio es de 40 bolivianos. Esos Bs 55 permitían que las empresas puedan optimizar sus procesos de producción, ampliar su capacidad y realizar inversiones, lo que ahora ha cambiado pues hay fábricas con problemas para operar con normalidad o comprar repuestos y servicios.
Por lo tanto, según entendidos en la materia, los Bs 40 del cemento es un “precio irreal” que no cubre ni siquiera costos de producción y una mayoría de las empresas está perdiendo dinero.
La alternativa
En criterio del ingeniero industrial Iván Monje, las cementeras del país deberían empezar por migrar de matriz energética hacia los combustibles alternativos para dejar de depender exclusivamente del gas natural. “El tema de fondo es que las empresas se están quedando sin el combustible principal que es el gas; por lo tanto, ya deben prepararse técnicamente para el proceso hacia los combustibles alternativos”, dijo.
Sobre esta opción, el analista en hidrocarburos Fernando Rodríguez considera que “todo se puede, solo hay que ver la viabilidad técnica y económica. Dependerá de la rentabilidad, eficiencia y competencia”.
El experto cree que Bolivia primero debe dejar de exportar lo poco que tiene para ampliar el horizonte de sus reservas. Segundo, emprender una agresiva exploración sincerando precios racionales que hagan atractivo invertir en el sector y, tercero, en el caso de Chuquisaca y concretamente Fancesa tratar de ampliar los ductos y modernizarlos.
“De nada servirá tener gas, si no podemos transportarlo para nuestra creciente necesidad en el ámbito industrial, comercial, doméstico y GNV”, recalcó.
FIN DEL BOOM
Bloomberg, firma especializada en información financiera, en su informe del pasado 23 de abril sobre Bolivia, sostiene que el país “se enfrenta a una tormenta financiera largamente gestada, originada por el fin del boom del gas natural y por la incapacidad de capitalizar sus cuantiosas reservas de litio”.
Via: Correo del Sur